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  • Foto del escritorGuillermo Varela Vallespi

La introducción necesaria

Actualizado: 10 oct 2021

Pudiera parecer evidente: no lo es

A la pregunta –para usted, ¿ cuál es la lógica de un plan financiero familiar?– las más disímiles respuestas se entrecruzan: no tener deudas; poder viajar y pagar los estudios de nuestros hijos; no dejar deudas a la familia en caso de muerte; no depender del gobierno en ninguna forma; tener nuestra casa y carros pagados; poder ahorrar para el retiro; tener para invertir; ganar mucho dinero. Estas respuestas no son ficticias, no son el producto de ningún ejercicio teórico. Son una muestra representativa del caleidoscopio de opiniones recogidas de entre varias decenas de núcleos familiares con los que he tenido el privilegio de reunirme durante los últimos meses.

A priori, no existe una respuesta mejor que otra. Cada una, de cierta manera, es la imagen del momento único que cada familia enfrenta, así como una expresión de sus valores; su manera de entender la vida, tal y como la viven- y pueden vivir- hasta hoy. Financieramente hablando, sin embargo, sí existe una mejor respuesta. No es única e igual para todos, pero sí es la mejor para cada cual.

Desde mi punto de vista, existen al menos cuatro dimensiones esenciales -complementarias y no nada excluyentes- las cuales hay que tomar en cuenta al momento de aproximarse las finanzas personales, especialmente en el caso de nosotros, los que no nacimos aquí.

Primera dimensión

Se refiere a la manera particular en que está organizada la sociedad donde este plan financiero se realiza: su sistema de valores, de leyes y de regulaciones, así como su fiabilidad y la confianza que depositan en esta última los ciudadanos que participan y dan forma a este sistema. Entender que lo que resulta lógico y apropiado en nuestros países de orígenes pudiera no serlo tanto aquí, y viceversa, es tal vez el primer gran paso en la dirección correcta al momento de comenzar un plan financiero familiar que sea efectivo.

Segunda dimensión

Se refiere al presupuesto familiar. En otras palabras, al balance de ingresos y gastos de nuestro núcleo familiar en un período de tiempo dado. Contrario a lo que tal vez algunos puedan pensar, el cálculo y posterior análisis del presupuesto familiar no debiera resultar en un mero ejercicio de contabilidad. Por el contrario, una vez hecho, el presupuesto pone al descubierto bajo que estándares de valores y prioridades estamos viviendo nuestras vidas.

Tercera dimensión

Tiene que ver precisamente con nuestros valores, con la manera en que cada cual percibe y entiende la vida. A modo de ilustración, llevados estos valores a su expresión financiera. Para algunos utilizar 35$ del presupuesto mensual en un café diario camino al trabajo será algo imprescindible para su estado de bienestar. Habrán otros, sin embargo, que preferirán ahorrarlos para poder vacacionar con mayor amplitud (35$ x12= 420$ anuales; o aún mejor, 35$ x 12 al 3%= 427$). Otros optarán por acumularlos para realizar durante el retiro ese proyecto especial que pospusieron durante años (35$ mensuales al 5% durante 30 años representan aproximadamente 35.000$). O lo dedicarán a disponer de una mayor cantidad de depósito inicial para comprar una propiedad. O lo pondrán en un Régime d’Épargne Études (REÉÉ, en francés) para así garantizar los estudios superiores de los hijos.

También estarán aquellos que lo consagrarán a asegurar el mismo nivel de vida para su familia, al menos hasta que el menor de los hijos llegue a la edad adulta, en caso de un fallecimiento prematuro de alguno de los padres. Por $35 mensuales, una persona de 40 años, dependiendo de su estado de salud general, puede comprar un seguro de vida por 20 años que asciende hasta los 350.000$. Una persona de 30 años podrá comprar ese mismo seguro por un periodo de 35 años, o aumentar hasta 600.000$ su protección durante 20 años. Otros, sencillamente, harán otras cosas.

Cuarta y última dimensión

Describe el orden de prioridad de un plan financiero. Este orden adopta una forma piramidal, al estilo de la de Maslow. En la base de nuestra pirámide de jerarquías estarían lo que podríamos catalogar como los eventos que rara vez somos capaces de predecir: una enfermedad grave, un accidente o la muerte. Tal y como funcona esta sociedad, incluso con las bondades de un país como Canadá, cualquier plan financiero familiar que no haya tenido en cuenta la posibilidad de estos eventos está destinado a sufrir cambios importantes, generalmente no deseados.

El segundo nivel y tercer nivel en nuestra pirámide de prioridades lo ocuparían las prioridades personales. Específicamente, dentro del segundo nivel se incluirían los ahorros para el retiro, la compra de una propiedad y tener una reserva líquida. En el tercer nivel encontraríamos la devolución de préstamos y los ahorros para los estudios de los hijos. Un cuarto nivel de prioridades personales englobaría las diferentes oportunidades de crecimiento para nuestro patrimonio financiero.

Es relativemente poco común sin algún tipo de ayuda especializada poder situar en su justa perspectiva estas cuatro dimensiones. No lo es ni para las personas que nacieron aquí, se los puedo asegurar. Y es entendible, ya que, para bien o para mal (muy probablemente para los dos) se vive muy rápido.

Para nosotros, los que inmigramos, es aún más difícil.

Es por ello que juntos los invito, a través de esta columna que hoy comienzo, a visitar situaciones que nos son comunes a todos, pero únicas a cada cual. Los invito a conocer más sobre cómo está organizada la sociedad quebequense y a reflexionar sobre nuestras vidas y las diferentes posibilidades que tenemos aquí en Canadá. Así, Al final de este viaje, robándole la frase a Silvio Rodríguez, como pasa con cada viaje, ya no seremos los mismos. Y la respuesta a la pregunta –¿Para usted, cuál es la lógica del Plan Financiero familiar?, el desconcierto y la inquietud le serán ajenas.


 

Si piensas que necesitas más información sobre este tema para tu proyecto personal, me puede contactar vía Zoom. Es gratis y sin ningún tipo de compromiso.

Recuerda: no dejes para mañana lo que debiste hacer ayer hacer ayer.

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